5 oct 2011

Dosis de ingenuidad.

He quedado admirado del  espectacular aspecto que  han ofrecido nuestros campos tras dos inviernos de intensas lluvias. No he sido el único. Ilusionado me balanceé en la creencia de que esta nueva oportunidad que nos ha dado la naturaleza nos haría reflexionar y que esa toma de conciencia nos llevaría a exigir con ahínco que se pare el deterioro y espolio que se sigue practicando sobre un recurso común tan preciado y escaso como es el agua.  ¡Que se lleven a cabo de manera urgente las medidas que harán que se recupere de una vez por todas la maravilla natural que son los humedales manchegos! En verdad que llegué a creer en esa posibilidad.
El tiempo arrincona mis deseos y la realidad me empuja hacia el desencanto. Encontré nuevos caminos que explorar, y por ellos transitaré en la nueva etapa de este blog. Mientras debo continuar la tarea que me propuse hace tres años: divulgar lo que voy conociendo de la naturaleza, de los ecosistemas que se dieron en La Mancha Húmeda y, sobre todo, lo que ha quedado.
Sabía de la existencia de la Laguna de Moral de Ctva. desde hacía dos años. Entonces pude disfrutar de un anochecer espectacular desde la sierra y contemplar como aquella  hondonada de origen volcánico -que había permanecido seca desde el anterior periodo de intensas lluvias en 1996/97- se había vuelto a inundar y recogía sobre sus someras aguas  las primeras luces del poblado y las hacia bailar al compás de la tenue brisa.
El espectáculo que la  laguna ofrece desde la sierra, bajo el inquietante zumbido de los monstruosos molinos eólicos, se desmorona nada más tomar pie en cualquier punto de sus orillas. Parcelada, roturada y repoblada con vides y olivos en los pasados años secos ofrece un aspecto patético una vez que el agua se ha encargado de dirimir sus límites.
Toda la felicidad que ofrecía la contemplación de aquella panorámica  se truncó a los pocos metros de empezar a caminar bordeando su perímetro; contabilicé y documenté con mi cámara 40 aves muertas y agonizantes en el paseo de uno hora que dediqué a esta laguna del Campo de Calatrava.
Mi sorpresa, desconcierto y rabia no decayeron ni un instante si no que fueron en aumento al observar especies abatidas a las que creía que no afectaba el botulismo. Comprobar cómo este joven flamenco había muerto hacía pocas horas  por un traumatismo que le había partido un ala, además de una perforación en el pecho por la que aún sangraba fue todo un shock para los sentidos.
He visto cientos de aves, principalmente en la laguna de Navaseca, afectadas por la toxina que produce la bacteria Clostridium botulinum, pero nunca he visto un flamenco muerto y aquí encontré dos. Ánades como los azulones, los patos cuchara, las malvasías, los porrones; gaviotas; limícolas; muchas fochas y gallinejas suelen ser las principales víctimas de esta mortal bacteria. Lo que vi en la laguna de Moral me ha causado tal grado de estupor que se ha desvanecido en mi cualquier rastro de esperanza en la creencia de que nuestros humedales se pueden recuperar.
Como siempre el detalle, la disección del todo en partes nos hace entender el conjunto: en este caso se puede comprobar con un simple paseo por sus alrededores cómo el agua de esta laguna está muy contaminada, contaminación que le llega de las aguas de los fertilizantes de los terrenos agrícolas colindantes, de las industrias vinícolas que hay a escasos metros, de las aguas que  no recogen los alcantarillados. Aguas que no son tratadas y que temo que contengan sustancias tóxicas que habrá que determinar pues están acabando con especies protegidas.
Esta laguna estacional no tiene ninguna figura de protección por lo que parece ser que nadie hará mucho caso de lo que en ella ocurra. Si debe protegerse a las aves que circunstancialmente hoy la habitan pues algunas de estas especies sí están protegidas, ¿de quién es esa labor, de los guardas rurales, del SEPRONA? Quizá el año próximo se haya secado y las vides y olivos vuelvan a dar sus frutos y los propietarios de estos terrenos vuelvan a estar felices porque sus terrenos ya no están anegados y pueden volver a regar a conveniencia, ¡Quién sabe?
Mientras el espectaculo de quien se acerque a verlas está asegurado pues podrán ver un millar de flamencos y otro tanto de garcillas, además de azulones, cucharas, porrones, malvasías, zampullines, limícolas,etc. claro que también percibirán cierto  tufo a corrompido y tropezarán con  bastantes más de una decena de aves muertas.