20 dic 2011

Busco ave.

Llevo varios días yendo a Las Tablas; días horribles de viento y frío, de cielos completamente nublados y, por fin, unos días de resplandeciente claridad aunque el hielo matutino congele hasta la sonrisa que me produce la satisfacción de tener una luz apropiada para la fotografía. 
La intención de tan asiduas visitas es que estoy buscando un ave que acompañe al título de este blog, que cada aniversario renuevo, y, van tres.
A parte del estado en el que se encuentra el humedal, del que ya hablaré, he conseguido imágenes de mayor o menor valía de cormoranes, cigüeñas, garzas, reales y comunes, grullas, cientos de grullas dormitan las zonas menos inundadas del Parque, aguiluchos laguneros que ya ensayan sus primeras acrobacias de emparejamiento; imágenes de un juguetón martín pescador que se queda a una distancia excesiva para el alcance de mi objetivo pero que no  impide apreciar el maravilloso plumaje que le cubre, de un pechiazul que se descuidó unos segundos ante mi regalándome unas imágenes con las que pude disfrutar de su fantástico colorido.
Correlimos, archibebes, cigüeñuelas, agachadizas, andarrios, avocetas, combatientes, avefrías; cercetas comunes y pardillas, azulones, porrones y tarros blancos.
De todos las aves que se ven con facilidad hoy en Las Tablas dos especies me han llamado la atención como para considerarlos merecedores de encabezar este espacio, una de ellas es un grupo de moritos que cuando los he podido ver de cerca había una luz pésima que no permite distinguir los alucinantes tonos que tienen sus plumas por mucho que nos parezcan negros. Además de lo exótico que resultan sus características físicas, por su plumaje y el curvado y largo pico que tiene es un ave poco común por estos lugares y debido a esa infrecuencia en sus avistamientos no descarto que si consigo buenas fotografías reciba el honor de ser el primer ave que vea quien por aquí pase.
Otra ave que pugna por ocupar ese puesto es el pato colorao, que como bien sabéis es el símbolo del Parque Nacional Las Tablas de Daimiel.
Pues bien, resulta que tengo localizados un par de machos que no abandonan una zona concreta y se acercan todo lo posible al mirador desde el que observo, de tal modo que he podido hacer algunas fotos y observar su comportamiento.
Me ha sorprendido la actitud de estas anátidas ya que llevan días desenvolviéndose en una zona que no es la más propicia para su desarrollo pues son aves buceadoras que suelen pasar la mayor parte de su tiempo en aguas abiertas con profundidades medias de uno o dos metros alimentándose sin apenas descanso de  vegetación subacuática.
Me ha desorientado ver cómo llevan días en una zona en la que el agua apenas supera los diez centímetros. Claro que en Las Tablas hay partes con  niveles de inundación superiores a los dos metros pero resulta que la vegetación sumergida ha desaparecido debido a las aguas contaminadas que han entrado por el río Gigüela.
Por eso estas preciosas anátidas están habitando esta zona porque de momento las plantas emergentes de raíces y tallos todavía muy tiernos les permiten alimentarse, pero eso supone que si no llueve en cantidad y entra agua limpia en el Parque que arrastre parte de las aguas contaminadas y la vegetación de ovas se vuelve a reproducir es posible que se vean pocos patos coloraos la próxima primavera.