24 ene 2012

Calamón común.

Tengo la impresión de que la primavera será larga y cálida, y el verano tórrido. Lo creo por las sensaciones que  siento al medio día y a primeras horas de la tarde. No estamos ni en mitad del invierno y puedo pasear con una ligera cazadora que casi me sobra en cuanto acelero el paso.
Mientras el tiempo va pasando y mi instinto confirma o desmiente mis dotes como meteorólogo seguiré atento a las sorpresas que nos deparará la próxima estación meteorológica en cuanto a las aves que se dejan ver en nuestros humedales. 
Hace unas semanas dudaba en sobre qué ave elegir para acompañar el título de este blog, al final me decidí por el calamón común.
Varios son los motivos que me han llevado a escoger esta especie como representativa de Las Tablas y, por consiguiente, de nuestros humedales. Era un ave que estaba en claro retroceso, quizá el motivo principal haya sido que la pertinaz sequía de años pasados había agostado nuestras lagunas, lo que ha supuesto que no sólo el calamón fuese difícil de ver si no que una gran cantidad de especies, al no tener medios de subsistencia en la zona la han abandonado.
Es una especie sorprendente, pues parece un ave exótica, que según desde donde reciba la luz muestra unas tonalidades en el plumaje que deja absorto a cualquiera que tenga la suerte de disfrutar de su presencia.
Otro motivo, quizá principal, es que esta especie se ha adaptado perfectamente a las condiciones climáticas de la península y es en el único país de Europa en el que cría, aunque también se encuentran individuos en las islas de Mallorca y Cerdeña.
Pueden llegar a criar hasta tres veces al año, ayer mismo vi un calamón adulto con un pollo de no más de dos meses o tres. Esta proliferación hace que se les pueda ver con facilidad, aunque son huidizos y ante la presencia humana huyen rápidamente entre el espeso follaje de la  vegetación palustre. Son buenos nadadores y no dudan en adentrase en la laguna si temen a los intrusos, aunque no es desplazarse en el agua su mejor modo de moverse ya que lo suelen hacer gruñendo, con un sonido que denota inseguridad. También vuelan cuando están en sitios descubiertos, aunque tampoco en el aire parecen desenvolverse a gusto pues su vuelo es agitado y corto, acompañado de un fuerte y grave carraspeo. 
Los tiernos tallos de las eneas  son su principal sustento, aunque no desdeñan otros tallos ni los granos de las diferentes plantas que pueden encontrar cerca de su hábitat.
Otra causa que me ha parecido de especial interés para su elección es la especialización que han conseguido de sus patas ya que las usan para sujetar los tallos y troncos de anea que degluten con fruición. 
Tienen una  voz potente que permiten saber de su presencia incluso a decenas de metros, aunque la más particular es un sonido ronco, similar al de los gorrinos.
Las crías del calamón común van adquiriendo el colorido de los adultos progresivamente y al cabo de un año sólo les diferencia la envergadura.