25 feb 2012

Aguja colinegra.

Se torna el cielo de azul tan intenso como inabarcable y no queda ni un punto fijo al que agarrarse a no ser un sol radiante ya en su cenit desbordado.
Y mientras bajo la mirada, escondiéndola de la cegadora luz de la mañana, aturdido ya  del alboroto de las gaviotas que han llegado y reclaman un espacio sin tregua ni desmayo, allí, atenta a mi devenir, me observa estudiando si seré de fiar, antes de emprender un veloz vuelo.